lunes, 13 de enero de 2020


La recompensa y el stress son lo sellos de la civilización moderna, se han vuelto complementarios, donde el placer (sensación de corta duración) juega un importante papel en el consumo y que erróneamente lo confundimos con la felicidad. Esto nos lleva frecuentemente a que el apetito no se pueda saciar con la ingesta alimentaria, generando una adicción. Las personas intentan calmar esta insaciable necesidad precisamente consumiendo productos que han sido diseñados y modificados para encenderlos, llevando al organismo al desequilibrio total.

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